jueves, 24 de diciembre de 2009


Londres, 1955
Henri Cartier-Bresson






Feliz Navidad!


No quiero estar en casa,
no quiero ir a tu casa,
no quiero andar por ahí,
no quiero llamar,
no quiero gritar,
no quiero gemir,
no quiero llorar.
No quiero correr,
no quiero caminar,
no quiero arrastrarme,
no quiero subir al coche,
parar a comprar flores,
parar a comprar caramelos,
para a comprar alcohol,
para a comprar drogas.
No quiero venas cortadas,
no quiero pólvora
no quiero trenes,
no quiero barcos.
No quiero mirar a la gente
a la cara, a la espalda, a las manos, a los pies,
al corazón.
No quiero ser un fantasma,
no quiero ser poeta, ser astronauta, ser marxista
no quiero el olvido, no quiero la posteridad.
No quiero un yo dentro de la nada,
no quiero estar en la ciudad, en el mar ni en las sierras,
no quiero estar solo,
no quiero verte,
no quiero nacer, crecer, agonizar, morir,
no quiero sobrevivir,
no quiero vivir,
no quiero contigo o sin ti.
No quiero aire, no quiero fuego,
no quiero agua, no quiero luz,
no quiero ver llover,
no quiero ver el sol,
no quiero la noche.
No quiero nada, no quiero todo,
no quiero tan solo una parte,
no quiero brindar,
no quiero regalos,
no quiero regalar,
no quiero…
ni el vacío llenar,
de este día,
de la Navidad feliz!.


 Sevilla, 1933
 Henri Cartier-Bresson






Un vals rajado.
Un pantalón. Un par de zapatillas,
Un mueble. Una llave y la totalidad.
Un tigre en el congelador.
Una margarita roja en un blíster.
Un Duna en un choque.
Un vuelco de un ingeniero.
Una fachada a favor de la ley de gravedad.
Un día siendo otro día siendo otro día.
Para siempre. Al mismo tiempo
suele
(entre queja ronca y ronca queja)
suceder.